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Foto del escritorDavid Fornieles Rodríguez

Papa Francisco: "La pena de muerte es inadmisible"


Recemos para que la pena de muerte, que atenta a la inviolabilidad y dignidad de la persona, sea abolida en las leyes de todos los países del mundo.


La sociedad actual nos presenta desafíos que merecen una respuesta cristiana. Algunos son retos nuevos, como los que nos plantea la bioética, y que fueron objeto de la intención del Papa para el mes de mayo. Otros desafíos tienen siglos de antigüedad, como la pena de muerte, que, lamentablemente, sigue estando vigente y practicándose aún hoy en muchos países. Francisco nos invita a orar y movilizarnos durante este mes por su abolición.


El desarrollo del Magisterio sobre la pena de muerte


El magisterio de la Iglesia sobre la pena de muerte ha ido realizando un desarrollo homogéneo y armonioso de la doctrina, basado en una nueva comprensión de la dignidad y los derechos humanos, de la justicia, la solidaridad y la fraternidad, e influenciado positivamente por la creciente tendencia mundial contra la pena capital. Podríamos decir que este desarrollo ha tenido tres etapas: Desde la aceptación total (hasta el siglo XIX), pasando por la aceptación excepcional (segunda mitad del S.XX), hasta llegar a la abolición completa (S.XXI, año 2018).

Ya el Concilio Vaticano II (1965) afirmaba que cuanto atenta contra la vida -homicidios de cualquier clase, genocidios, aborto, eutanasia, etc, cualquier práctica que viola u ofende la integridad de la persona humana es en sí misma infamante, degrada la civilización humana, deshonra más a sus autores que a sus víctimas y es totalmente contraria al honor debido al Creador. (cfr. GS 27-28).

Años más tarde, San Juan Pablo II continuaría en esta dirección, especialmente con la publicación, en 1995, de la Encíclica Evangelium Vitae, donde afirmaba que “ni siquiera el homicida pierde su dignidad personal” (EV 9). "La vida humana es sagrada e inviolable en cada momento de existencia" (EV, 61). Y en 1999 renovaba su llamamiento “para un consenso para poner fin a la pena de muerte, que es cruel e innecesaria” (Homilía, en el Trans World Dome, St. Louis, MO: 27 de enero)

Finalmente, el Papa Francisco, nos recuerda la clave de la cuestión: “Dios es un Padre que siempre espera el regreso del hijo que, consciente de haberse equivocado, pide perdón y empieza una nueva vida. Por tanto, a nadie se le puede quitar la vida ni la posibilidad de una redención moral y existencial que redunde en favor de la comunidad” (Carta al Presidente de la Comisión Internacional contra la pena de muerte, 20 marzo 2015). Sin dejar de estar al lado de las víctimas de criminales y asesinos, la Iglesia proclama la necesidad de amar al “criminal”. Porque el amor cristiano es universal, y no selectivo. De ahí la importancia de la pastoral penitenciaria y de que en las prisiones puedan abrirse procesos de humanización y de ayuda a la reinserción social.

En el discurso con motivo del XXV aniversario del Catecismo de la Iglesia Católica (11 de octubre de 2017), Francisco recordaba que “No matarás tiene un valor absoluto”. Y nos decía: “Hay que afirmar de manera rotunda que la condena a muerte, en cualquier circunstancia, es una medida inhumana que humilla la dignidad de la persona. Es en sí misma contraria al Evangelio porque con ella se decide suprimir voluntariamente una vida humana, que es siempre sagrada a los ojos del Creador y de la que sólo Dios puede ser, en última instancia, su único juez y garante”

Con igual claridad se expresaba en el Video-Mensaje al 7º Congreso Mundial contra la Pena de Muerte (Bruselas, del 27 de febrero al 2 de marzo de 2019), afirmando que “La dignidad de una persona no se pierde incluso cuando él/ella ha cometido el peor de los crímenes. No se le puede quitar la vida a nadie y privarlo de la oportunidad de abrazar nuevamente a la comunidad que él/ella hirió e hizo sufrir”.

En el año 2018, Francisco aprobó la nueva redacción del ítem 2267 del Catecismo de la Iglesia Católica, pasando de la admisión de la pena de muerte en determinados casos extremos, a la calificación de “inadmisible” en cualquier circunstancia: “La Iglesia enseña, a la luz del Evangelio, que «la pena de muerte es inadmisible, porque atenta contra la inviolabilidad y la dignidad de la persona», y se compromete con determinación a su abolición en todo el mundo”


Concretar la intención en nuestra vida


Ciertamente no está en las manos de la mayoría de nosotros el cambio de las legislaciones para la abolición de la pena de muerte, allí donde aún está vigente. Pero la intención del Papa nos anima a vivir en nuestra cotidianeidad algunas actitudes:


Dignidad humana.


“El firme rechazo de la pena de muerte muestra hasta qué punto es posible reconocer la inalienable dignidad de todo ser humano y aceptar que tenga un lugar en este universo. Ya que, si no se lo niego al peor de los criminales, no se lo negaré a nadie, daré a todos la posibilidad de compartir conmigo este planeta a pesar de lo que pueda separarnos.” (Papa Francisco) (FT 269).


¿Cómo piensas y actúas en relación con quienes te han dañado gravemente a ti o a los que amas?


Acompañar.


“Cuando se respeta la dignidad del hombre, y sus derechos son reconocidos y tutelados, florece también la creatividad y el ingenio, y la personalidad humana puede desplegar sus múltiples iniciativas en favor del bien común” (Papa Francisco) (FT 22).


¿Sabes acompañar las situaciones de dolor y daño considerando tanto a la víctima como al agresor injusto?


Reparar el daño.


“Si un delincuente me ha hecho daño a mí o a un ser querido, nadie me prohíbe que exija justicia y que me preocupe para que esa persona —o cualquier otra— no vuelva a dañarme ni haga el mismo daño a otros. Corresponde que lo haga, y el perdón no sólo no anula esa necesidad, sino que la reclama” (Papa Francisco) (FT 241).


En la medida de tus posibilidades, repara el daño por la oración y la acción en las situaciones de conflicto aun cuando no hayas sido tú el autor del mismo.


Pedir perdón y perdonar.

Vivamos y enseñemos nosotros el valor del respeto, el amor capaz de asumir toda diferencia, la prioridad de la dignidad de todo ser humano sobre cualesquiera fuesen sus ideas, sentimientos, prácticas y aun sus pecados” (Papa Francisco) (FT 191).

¿Quiénes necesitan que te acerques para dar o recibir el perdón?


Humanizar.


“Todos los cristianos y los hombres de buena voluntad están llamados, por lo tanto, a luchar no sólo por la abolición de la pena de muerte, legal o ilegal que sea, y en todas sus formas, sino también con el fin de mejorar las condiciones carcelarias, en el respeto de la dignidad humana de las personas privadas de libertad.” (Papa Francisco) (FT 268).

Procura con tus gestos y palabras que toda situación de vulnerabilidad y daño en tus ambientes, se haga más suave, más llevadera y más humana.


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