Desde el mes de septiembre del año 2007 he tenido a mi cargo la Dirección Nacional del Apostolado de la Oración (actualmente Red Mundial de Oración del Papa), designado según los Estatutos de 1968 vigentes entonces, por el P. Peter-Hans Kolvenbach, que era en ese momento Superior General de la Compañía de Jesús y, consiguientemente, Director General del AO.
De acuerdo con los nuevos Estatutos, aprobados por el papa Francisco en abril de 2018, el actual Director Internacional de la RMOP, P. Frederic Fornos, SJ, ha nombrado para sucederme a D. David Fornieles Rodríguez, actualmente Coordinador Nacional de Movimiento Eucarístico Juvenil, miembro de nuestro Consejo Nacional desde el curso 2003-2004.
Buena parte de los destinatarios de esta carta le conocen personalmente y muchos, aun sin conocerle, se benefician con agradecimiento de su competencia en el mundo digital. A él se debe, entre otras acciones, el mantenimiento de nuestra página Web y la difusión de noticias y comunicaciones en estos medios. Creación suya fue, durante el mes de junio de 2020, la Peregrinación virtual “Camino del Corazón. Tras las huellas del Corazón de Cristo en España”. Y desde hace algo más de un año la publicación digital diaria, “365 días latiendo al ritmo del Corazón de Jesús”.
Pero su vivencia personal del Apostolado de la Oración se remonta a muchos años atrás, (incluso en épocas tempranas de su vida). Fruto de sus años de madurez fue, por ejemplo, el libro “En boca de profetas fue clamor: selección de textos sobre el Apostolado de la Oración”, editado en Barcelona en enero de 2007. Personalmente deseo expresarle mi reconocimiento a su permanente ayuda y a sus continuas iniciativas que tanto han favorecido la labor propia de esta Dirección Nacional.
Mi reconocimiento a las personas que a lo largo de estos años, con toda dedicación, y frecuentemente sin escatimar tiempo extra, atienden a las tareas propias de Administración y Servicios.
Igualmente a quienes han formado parte de las sucesivas ediciones del Consejo Nacional y que en la medida de sus posibilidades han contribuido a llevar adelante los fines expresados en su Reglamento. Dentro del Consejo Nacional deseo fijarme en cinco de sus miembros, que han constituido el Equipo Nacional, una especie de “comisión permanente”. Según este apelativo deja entender, con sus reuniones presenciales o virtuales frecuentes ha contribuido a que los documentos y orientaciones que desde Roma nos hace llegar nuestro Director Internacional, P. Frederic Fornos y su equipo, sean tenidos en consideración, estudiados y aplicados a la marcha de la RMOP en España; particularmente el documento llamado Doc-3, dedicado precisamente a los Equipos Nacionales.
Mi reconocimiento a todos los Directores Diocesanos y sus colaboradores, que con su trabajo mantenido entre dificultades y satisfacciones, contribuyen a que el excelente modo de vida cristiana y acción pastoral que es el Apostolado de la Oración, se difunda y se desarrolle para bien de los fieles como parte de esta Red Mundial de Oración, cuyo alcance no conoce distancias ni fronteras, que reza con el Papa por los desafíos que la Iglesia y la Humanidad tienen planteados.
Mi reconocimiento, finalmente, a los miembros del Episcopado de España, que con la acción que les es propia, llevan a cabo el nombramiento de los Directores Diocesanos, pidiendo a la vez las bendiciones de Dios para la misión que les confían.
Uno de mis deseos en esta circunstancia es que la RMOP, en el espíritu de la llamada “recreación del Apostolado de la Oración”, promovido mundialmente entre los años 2010 y 2020, con base en la espiritualidad del Corazón de Cristo, siga adelante con mantenido impulso, para bien de quienes lo viven, de quienes en su entorno reciben el beneficio de su acción apostólica, y para bien de toda la Iglesia y consiguientemente, de toda la humanidad. Sus efectos solo Dios los conoce, dentro de la fe que profesamos en la Comunión de los Santos, verdad tan consoladora y tan estimulante.
En ese Corazón del Señor Jesús, que es todo misericordia, tengo puesta mi firme esperanza para cuanto –según una palabra muy querida de san Ignacio- he sido “impedimento” en la realización de sus deseos, al frente de esta Dirección Nacional. Y sobre todo le doy gracias por esa misión que en su Providencia me sobrevino inesperadamente el 31 de julio de 2007. Como dice la expresión latina, “Laus Deo Virginique Matri”, colocada al final de ciertas publicaciones cristianas: “Que todo sea para alabanza de Dios y de su Madre Virgen”.
Las bendiciones de Dios sobre todos.
Javier García Ruiz de Medina, SJ
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